La nueva vida (digital) de Estellés

ÁNGEL SALGUERO
Y al final, cuando se escuchó el último verso de ‘Els amants’ de Estellés, ese canto al amor «brusc y salvatge», mientras el poeta aún nos miraba de reojo desde la gran pantalla en el escenario y sonaban los aplausos del público, comprendimos lo que habíamos conseguido.

Nos gusta decir que hemos creado Poética 2.0 para dar una segunda vida a la poesía, trasladándola, con la ayuda de actores y actrices, a esas pantallas que ahora todos llevamos siempre encima. Emprender es una labor solitaria que devora los días y no conoce de horarios, de mañanas, tardes, noches o fines de semana. A veces es fácil tener la sensación de vivir en una burbuja, aislados… Pero, como pudimos comprobar en la tarde de este martes, al presentar en la Beneficencia una app dedicada a la obra de Vicent Andrés Estellés, precisamente la poesía (y la cultura) tienen el poder de unir.

El salón Alfons El Magnànim es una antigua capilla de altos techos, con arcos decorados con frescos y vidrieras de vivos colores. «Quiero pensar que por detrás de estas columnas, tal vez Estellés esté mirándonos esta tarde», dijo Mar Gómiz, la directora de Poética 2.0 al introducir el acto. Y creo que todos pudimos sentir la presencia del poeta, el humilde «hijo del panadero» como recordó también Immaculada Cerdà, jefa de la Unidad de Normalización Lingüística de la Diputación de Valencia. Escuchamos su voz en las voces de los actores y actrices que, en directo y en vídeo, recitaron sus versos.

Preparar un acto de estas características implica semanas de planificación, reuniones, cruces de mensajes y de correos… y sesenta minutos de tensión. A medida que se acerca la hora, el tiempo parece acelerarse. Los ensayos se mezclan con las pruebas técnicas, los micrófonos que de no funcionar pasan a hacer un ruido atronador, las voces de los actores repasando sus poemas que se entrecruzan y viajan por el eco de la sala… Hasta que, de repente, se hace el silencio y ya no hay vuelta atrás.

Permanezco detrás del escenario durante las introducciones de Immaculada Cerdà y de Xavier Rius, diputado del Área de Cultura de la Diputación de Valencia. ‘Hay que confiar’, me digo, echándole una última mirada al ordenador que guarda todas las imágenes y vídeos que se verán a lo largo de la tarde, mientras me acerco yo también al atril para acompañar a Mar.

Y entonces, es Estellés el que acude al rescate.

En el arranque con ‘Assumiràs la veu d’un poble’, su más famosa declaración de principios, a la que Sergio Caballero, que presentó el acto junto a María Albiñana, dio cuerpo primero desde la pantalla de vídeo y después en directo. A continuación, con ‘Cançó de bressol’, un poema temprano de Estellés inspirado en la poesía popular, que en la voz de Marina Vinyals sonó con toda su tranquila amargura.

Hablando con la actriz Cristina Soler comentábamos la «asombrosa» modernidad del poeta de Burjassot, que volvió del revés e hizo suyos formatos tan tradicionales como las églogas, a las que dedicó todo un libro influido por la sombra de Garcilaso de la Vega. Cristina y Jordi Ballester interpretaron el diálogo entre Nemorós y Bel·lisa, un texto rompedor, lleno de sentimientos encontrados, que conserva aún hoy toda su fuerza dramática. «Corre Bel·lisa, el món va a la catástrofe», la frase que repite Nemorós una y otra vez, sigue provocando la misma desazón ante una sociedad que se acerca cada vez más a la deshumanización y la rutina, en la que «els dies tenen vint-i-quatre hores, les persones són altes o són baixes, si obris l’aixeta corre l’aigua, si sumes sis i catorze surt un vint…».

Después, Blanca Beneito recuperó la triste dulzura de ‘Hi ha un àngel’, el poema que Estellés escribió tras la muerte de una de sus hijas, porque ya lo decía el propio poeta: «He pasado por momentos muy delicados, muy tristes, y eso ha repercutido sin duda en los versos que he hecho».

La poderosa voz de Paco Alegre resonó en toda la sala al proclamar aquel «Jo sóc aquest que em dic…» que recordaba a Ausiàs March. Estellés le rindió homenaje en ‘Ací’, un poema en el que recorre los lugares donde aún pervive el espíritu del maestro medieval. Más tarde hubo tiempo para acercarse al lado más popular del poeta con el hedonismo culinario de ‘Res no m’agrada tant…’, que Francesc Anyó representó como si fuera una eucaristía, levantando en el aire la tira imaginaria de pimiento frito antes de devorarla de un golpe, y a la delicadeza de ‘Amor i amor’, un soneto que recitó María Albiñana. ‘Amb la dignitat amarga dels pobres’, otro poema con trasfondo social, se proyectó en vídeo recitado por Mamen García.

Como recordaron los presentadores, Estellés siempre tuvo la voluntad de llegar a todos, «desde el conductor de tranvía al trabajador de la esquina o la mujer del supermercado». Era un observador que retrató la miseria de la guerra y la posguerra, con el objetivo de ser ‘uno entre tants’, la frase que se repite como un estribillo en uno de los poemas de ‘Teoría i pràctica de la flor natural’ y que se pudo ver en un montaje a varias voces al que dio fin en directo la actriz Silvia Rico. El desgarro de la Guerra Civil y el rastro de familias rotas que dejó quedaron también retratados en ‘Temps’, interpretado por Xavo Giménez.

Jordi Ballester trajo el Estellés más íntimo, recitando con gran delicadeza el poema conocido como ‘Sonata de Isabel’ en el que el poeta, desde la madurez, recuerda la historia de amor con su esposa a partir de una imagen de juventud de la pareja. Una fotografía de dos enamorados que se pudo ver en la sala mientras Jordi daba vida a versos que celebraban un amor que había sobrevivido las décadas más duras: «Et tinc i et veig com et veié el meu cor el dia aquell de la fotografía».

Francesc Anyó regresó con ‘M’aclame a tu’, uno de los poemas de Estellés a los que Ovidi Montllor puso música, y ‘Seràs el rent’; y también Marina Vinyals con ‘La rosa de paper’, el alegato contra la censura ejercida por los poderosos. Para concluir, Sergio Caballero comenzó en directo, y acabó en la pantalla de vídeo, ‘Els amants’ con su celebración de la vida y del amor salvaje, ese amor que Estellés entendía como un «cataclismo, como una vida que se deshace sobre un cuerpo».

«No hi havia a València dos amants como nosaltres,
car d’amants com nosaltres en son parits ben pocs».

Las luces se encendieron y los minutos, poco a poco, volvieron a tener sesenta segundos. Después de los nervios y el estrés y la presión todos los que pusimos nuestro esfuerzo en esa hora de poesía —Eva, Josevi, Alberto, Mar, Lourdes, Enrique, Ana, Miguel— nos miramos sonriendo porque, en el fondo, sabemos que nos morimos de ganas de repetirlo otra vez.

Reportaje fotográfico: Miguel Serrano