Grandes escritoras y además poetas: Carmen Martín Gaite y Hannah Arendt
MAR GÓMIZ
Muchos de los autores a los que solemos conocer por sus novelas y ensayos también acudieron a la poesía. En una entrega anterior ya os hablamos de Boris Vian y Ray Bradbury… y ahora queremos añadir dos nombres más: Carmen Martín Gaite y Hannah Arendt.
Siempre que iba a cantar / algo se interponía / y a mí no me importaba, / ¡había tanto tiempo!
CARMEN MARTÍN GAITE
A Carmen Martín Gaite no le basta con sus novelas, ni con sus narraciones, ni con sus ensayos, ni con sus traducciones, ni con empezar su carrera literaria ganando el premio Nadal, ni con sus trabajos históricos, ni con su investigación sobre «el arte de contar»… Carmen Martín Gaite es también poeta, dice Jesús Munárriz en la introducción del poemario editado por Hiperión. A su poesía, publicada por primera vez en los años setenta con el título de A rachas, se añadió posteriormente el nuevo título Después de todo con más poemas de la autora de Caperucita en Manhattan.
Martín Gaite no pensó nunca en publicar su poesía. Iba escribiendo los versos “a rachas”, como ella decía, y “se los enviaba a sus destinatarios o se los pasaba a su cuñado para que les pusiera música”. Así conoció Munárriz su primer poema, según cuenta el editor.
NI AGUANTAR NI ESCAPAR
Ni aguantar ni escapar
ni el luto ni la fiesta
ni designio ni azar
ni el llano ni la cuesta.
Ni puro ni perverso
ni denso ni vacío
ni en uno mismo inmerso
ni extroverso
ni abrasador ni frío.
Ni de ida ni de vuelta
ni al margen ni en el ajo
ni pasión ni desdén.
Vacilación resuelta:
con el suelo debajo
por entre el mal y el bien.
Ni cubierta la faz
ni mirando al abismo
ni a mandobles ni en paz
que viene a ser lo mismo.
Ni falta de criterio
ni sobra de juicio
ni un carnaval tan serio
ni el dicterio
tan sacado de quicio.
Ni súbdito ni rey
ni a cualquier viento hoja
ni el paso altivo y fuerte.
Por donde pisa el buey,
pero en la cuerda floja,
mientras llega la muerte.”
“En los «poemas de primera juventud» podemos reconocer el mismo mundo juvenil y provinciano de su primera novela, Entre visillos; la misma melancolía, esa tristeza del paso de la adolescencia a la juventud, el anhelo por salir al mundo, por conocerlo y abarcarlo”.
CANCIÓN ROTA
Siempre que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!
Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.
Si alguna vez con mudo gesto antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.
¡Ay mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.”
CALLEJÓN SIN SALIDA
Ya sé que no hay salida,
pero dejad que siga por aquí.
No me pidáis que vuelva.
Se han clavado mis ojos y mi carne,
y no puedo volver.
Y no quiero volver.
Ya no me gritéis más que no hay salida
creyendo que no oigo,
que no entiendo.
Vuestras voces tropiezan en mi costra
y se caen como cáscaras
y las piso al andar.
Avanzo alegre y sola
en la exacta mañana
por el camino mío que he encontrado
aunque no haya salida.
Añade Munárriz: “En los Poemas posteriores, Carmen Martín Gaite abandona generalmente el verso libre para someterse a la estrofa y a la rima, a menudo con un deje de canción. La expresión es más personal y la lengua posee la fuerza y el regusto por el lenguaje hablado, por la expresión popular y acuñada”
AMOR NÓMADA
CADA pitillo una carta
y cada carta un amor
y cada amor una herida.
Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.
Cuando han prendido la llama
tus ojos levantan vuelo
a hacer noche en otra tierra,
ciegos a quien los reclama
y a su celo,
corazón de fuego y guerra
que conquista y nunca ama.
No hay reposo ni guarida
para tu breve fulgor,
incierta hoguera aterida.
Así vas tú por la vida,
dulce poeta menor
de la palabra fingida.
Ese mismo tono se aprecia también en las Diez coplas de amor y desgarro, que se inician con esta estrofa:
Al alba,
me desperté, amor, al alba
y qué sola me sentía
mirando cuajarse el día
y aquel poquito de malva
que por naciente venía.”
A rachas se fue tejiendo igualmente Después de todo, un poemario nacido en los setenta y que fue creciendo hasta la década de los noventa con poemas como este:
FARMACIA DE GUARDIA
NO es Valium ni Orfidal,
no me ha entendido.
Se trata de la fe. Sí: de la fe.
Comprendo que es muy tarde
y no son horas
de andar telefoneando a una farmacia
con tales quintaesencias.
Lo que yo necesito
para entrar confiada en el vientre del sueño
es algún específico protector de la fe.
¿Que le ponga un ejemplo más concreto?
Pues no sé… Necesito
creerme que este saco
cerrado por la boca
y en cuya superficie
se aprecia la joroba
de envoltorios estáticos
puede volver a abrirse alguna vez,
a provocar deseos y sorpresas
bajo la luz del sol y de la luna,
bajo el fervor clemente
de los dioses del mar.
¡Oh, volver a sentir lo que era eso!
Y ni siquiera necesito tanto
—ya es menos lo que pido—;
simplemente creerme
que un día lo sentí
intempestivamente
cuando más descuidada andaba de esperarlo,
y supe con certeza
que sí, que se podía,
que un corazón doméstico
cuando al fin se desboca
es porque está latiendo sin saberlo
desde otro muy cercano.
Ya. Que no tienen nada.
Pues perdone.
Comprendo que es muy tarde
para hacerle perder a usted el tiempo
con tales quintaesencias.
Ya me lo figuraba.
Buenas noches.
Carmen Martín Gaite consiguió ser una de las autoras más leídas de su generación manteniéndose siempre fiel a sus planteamientos, literarios y éticos. Y todo ello, concluye Munárriz, sin que se le subiera a la cabeza, esa cabeza en la que tanto cabía… y que —añadimos nosotros— tanto nos dio.
El poema poetiza condensando/ y protegiendo el núcleo de malas intenciones./ Cuando el núcleo la rompe/ la cáscara deja ver al mundo un denso interior.
HANNAH ARENDT
“La poesía ha sido muy importante en mi vida», declaró Hannah Arendt en una entrevista para la televisión en 1964, en referencia a su entusiasmo por la poesía griega y a su dedicación a la literatura y a las artes. Ya de escolar le gustaba aprenderse poemas de memoria como si fuera la cosa más natural del mundo, y luego, como estudiante de filología clásica, podía recitar de memoria obras de la Antigüedad clásica griega.”
Todo esto se cuenta en el libro Poemas de la editorial Herder que reúne su poesía completa en español traducida por Alberto Ciria.
“Me vienen los pensamientos, / ya no les resulto una desconocida. / Igual que si fuera un campo arado / crezco convirtiéndome en sede de ellos.”
DERECHO Y LIBERTAD
Derecho y libertad:
Hermanos, no vaciléis,
ante nosotros resplandece la aurora!
Derecho y libertad:
¡Hermanos, atreveos,
mañana venceremos al demonio!
Desde las montañas
y los valles
arrastrad la plomada en el pie.
Derecho y libertad:
Hermanos, no preguntéis,
nosotros somos ahora el Juicio Final!
Vastos países,
callejones estrechos:
¡Hermanos, este es nuestro paso!
Llorar, reír,
amar, odiar:
¡todos los dioses se suman a nuestra marcha!
Hannah Arendt fue una de las pensadoras más importantes del siglo XX. Aunque su fama y reconocimiento se deben principalmente a sus obras en filosofía política, Arendt escribió poemas en su juventud y a lo largo de su vida. Lo que inicialmente condujo a Hannah Arendt a escribir poesía fue su encuentro con Martin Heidegger. El amor clandestino de la estudiante judía de dieciocho años y el famoso profesor de filosofía, que era diecisiete años mayor que ella, halló su expresión en cartas y poemas:
No hay palabras que irrumpan en la oscuridad / ni dioses que alcen la mano. / Adonde quiera que mire… / tierra amontonándose. / No hay formas que se desprendan / ni sombras que se ciernan. / Y sigo oyendo todavía: / «Demasiado tarde, demasiado tarde».
CANCIÓN ESTIVAL
Dejo que mis manos se deslicen
por la dorada plenitud del verano,
mientras mis miembros se estiran dolorosamente
hasta la oscura y pesada tierra.
Campos que declinan sonoros,
senderos que el bosque sepulta,
todo nos fuerza a guardar riguroso silencio
que si sufrimos es porque amamos;
que la mano sacerdotal no marchite
el sacrificio ni la plenitud,
y que en medio de una noble y diáfana quietud
no se nos extinga la alegría,
pues las aguas se desbordan,
la fatiga quiere destruirnos
y nosotros nos dejamos la vida
cuando amamos, cuando vivimos.
Toda su obra filosófica está impregnada de lirismo, incluso sus reflexiones sobre los totalitarismos de Hitler y de Stalin, el análisis de la condición humana o el proceso al nazi Eichmann, cuyo análisis le trajo tan duras críticas.
En 2012 la directora alemana Margarethe Von Trotta estrenó un biopic centrado en los días del célebre juicio en el que participó y sus consecuencias. No hay rastro de su poesía en esta película, pero es interesante para conocer aspectos de esta gran pensadora y del contexto en el que vivió su vida y escribió su obra. En España puede verse en la plataforma Filmin.
Según cuenta la profesora de literatura alemana Irmela von der Lühe al final de esta antología, “siempre que Hannah Arendt se refiere en su obra a la poesía y a la literatura, lo hace con la convicción de que la poesía ‘es en cierto modo la más humana y la menos mundana de las artes’”.
Arendt pensaba que las obras de arte hacen que resplandezca la «mundanidad del mundo». Gracias a la persistencia de las obras de arte «la mudanza y el paso del mundo obtienen un esplendor, el guiño de una inmortalidad posible».
Le gustaban los poemas de Schiller, de Goethe, de Heine… y con estos versos de Rilke del poema Magia confirmaba la grandeza del arte:
Tales formas surgen
de una transformación indescriptible: ¡siente y cree!
A menudo sufrimos que las llamas se hacen ceniza.
Pero en el arte el polvo se hace llama[…]”
Esa llama de Rilke la recoge en el poema Despedida.
Dejad que ahora os estreche la mano, días etéreos.
No huiréis de mí: no hay escapatoria
a lo vacío y atemporal.
Pero el signo más arcano de un viento ardiente
me rodea con su soplo: no quiero escabullirme
al vacío de tiempos de cohibición.
Ay, conocisteis la sonrisa con la que me entregaba.
Sabíais cuántas cosas ocultaba yo en silencio
para yacer tendida en prados y hacerme vuestra.
Pero ahora la sangre, que nunca ha reprimido,
me llama para que acuda a barcos que jamás mariné.
La muerte está en la vida. Lo sé, lo sé.
Por eso dejadme que os estreche la mano, días etéreos.
No me perderéis. Como señal os dejo aquí
esta hoja y la llama.
Relata Von der Lühe que quizá el texto que Arendt dedicó a Rahel Varnhagen fue el que más abiertamente mostraba su entusiasmo por la poesía y los poetas. Se trata del primer estudio crítico acerca de este ídolo de los románticos, un intento por entender a una mujer, una judía y una autora a la que, por su parte, lo que le interesaba por encima de todo era su salón, conversar y comprender. Y en esto último ambas coincidieron.
Más que dejar huella, “lo que quiero es comprender”, repitió una y otra vez la filósofa alemana. “Si otros entendían mediante sus textos, ese era su mayor sentimiento de patria”.
En este volumen se reúnen por primera vez todos sus poemas y se muestra que la obra de Arendt, sin una estrecha relación con la poesía, sería inconcebible.
La pérdida está muy presente en toda su poesía. La pérdida del tiempo pasado, de la patria, de los seres queridos…
“Ay, cómo
se apresura el tiempo,
agregando
sin demora
año tras año
a su cadena.
Ay, qué pronto
encanece y ralea
el pelo.
Pero al dividirse
de súbito
el tiempo
en día y noche,
cuando entonces el corazón
se nos demora,
¿no juega
con el tiempo
al juego de la eternidad?”
Aún sin noticia
de aquellos días
que, dándose paso unos a otros,
se consumieron fogosamente
y nos laceraron:
la llaga que deja la dicha
se torna estigma, no cicatriz.
De ello no quedaría noticia
si tu decir
no le brindara permanencia:
la palabra poetizada
es sede que ampara y no guarida.
—
Amo la tierra
como se ama el lugar foráneo
cuando se está de viaje,
y no de otra manera.
Así es como la vida
me sigue urdiendo quedamente con su hilo
para tejer un patrón jamás conocido.
Hasta que de pronto,
como una despedida en mitad del viaje,
irrumpe en el marco el gran silencio.
H. B. [HERMANN BROCH]
¿Pero cómo vive uno con los muertos? Di,
¿dónde está el sonido que atenúa el trato con ellos?
¿Cuál es el gesto cuando, encauzándonos por él,
deseamos que la cercanía misma nos rehúse?
¿Quién conoce el lamento que nos los aleja
y corre el velo ante la mirada vacía?
¿Qué nos ayuda a avenirnos con su ausencia
haciendo que revierta en ese sentir con el que aprendemos a sobrevivir?
FINALES DE VERANO
El anochecer me ha arropado
tan suave como el terciopelo, tan pesaroso como el sufrimiento.
Ya no recuerdo a qué sabe el amor,
ya no recuerdo la incandescencia de los campos,
y todo busca desvanecerse
para solo a mí darme reposo.
Pienso en él y le quiero,
pero el venir y el dar me resultan extraños,
como si vinieran de un país lejano,
y apenas sé qué es lo que me cautiva.
El anochecer me ha arropado
tan suave como el terciopelo, tan pesaroso como el sufrimiento.
Y en ninguna parte la indignación se serena
alcanzando a hacerse nueva alegría y nueva tristeza.
Y todo lo demás que antaño me llamaba,
y todo ayer, tan claro y tan profundo,
ya no puede subyugarme.
Conozco unas aguas vastas y remotas,
conozco una flor que nadie nombra.
¿Qué habría de destruirme entonces?
El anochecer me ha arropado
tan suave como el terciopelo, tan pesaroso como el sufrimiento.
Hannah Arendt compuso unos setenta poemas y no sabemos según su biógrafa si lo hizo con la intención de publicarlos o no. Lo cierto es que los lectores le agradecemos que los recopilara y mecanografiara para que su valentía, sabiduría y su arte hayan llegado a nosotros también en su manifestación más lírica.