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Radiografía del corazón a libro abierto

ÁNGEL SALGUERO
Los escritores y los poetas siempre han hablado ante el vacío. Los poemas nacían en soledad y confiar en que encontrarían su público era a veces una cuestión de fe. Hasta ahora. En la era de Instagram y Twitter y Facebook los creadores y los lectores están más cerca que nunca. Las palabras se multiplican, circulan muy rápido por la Red y su eco es instantáneo. Así lo ha comprobado una nueva generación de autores que acumulan seguidores en estas comunidades virtuales como Loreto Sesma, Victoria Ash, Marwan o Diego Ojeda. También Irene G Punto, que acaba de publicar una recopilación de su micropoesía con el título de Carrete Velado.

Irene G Punto con un ejemplar de su libro 'Carrete Velado'.

Irene G Punto con un ejemplar de su libro ‘Carrete Velado’.

Ella reconoce que el contacto directo con el público ha influido en el proceso de creación, aunque los poemas aún surgen del mismo sitio: «Sabes de manera muy inmediata si un poema funciona más que otro. Pero a la hora de la inspiración, por lo menos en mi caso, me sigo guiando por las cosas que me duelen, me interesan, me hacen reír, llorar, pensar… No tanto las cosas que estén en ese momento de moda. La poesía sigue saliendo de las entrañas, la diferencia es que ahora la respuesta a tu creatividad es mucho más inmediata».

Carrete Velado se lee como una cartografía del corazón. El dolor, el (des)amor, la alegría, la travesura y una ironía amarga visten sus páginas. Irene G Punto está enamorada del lenguaje y en este libro se toma con él libertades que sólo podría permitir la confianza entre viejos amigos (o amantes). «Pura pasión por la palabra y la imagen», asegura Luis Eduardo Aute en el prólogo, «por sus redes y paredes, por sus zumos y zumbidos, interconjugándose entre sus mismos jugos y fuegos de egos rotos».

En sus versos el amor está en lucha constante contra el tedio y la incomunicación: «Quiero quererte y no sé qué ponerme mañana. Me duele el pecho y tú me das una aspirina. Me duele el alma y se acabaron las tiritas. Me escuece la vida y tú te has ido a ver el partido». Es un mundo donde en ocasiones la cabeza no sabe lo que hace el cuerpo («No entiendo para qué sirve el amor si con el sexo se le engaña») y donde el roce de los cuerpos deja heridas profundas y crea sentimientos encontrados:

«Te voy a hacer el desamor tan fuerte
que tu placer será un adiós y mi boca tu olvido».

Hay también una declaración de afirmación e independencia…

«No soy como tú,
me quité la piel de borrego
y me hice una chaqueta para el invierno,
por lo menos no pasaré frío en mi trozo de terreno,
donde yo elijo y donde yo siembro».

…tras la que se puede entrever una necesidad (contradictoria, muy humana) de entrega, a costa de ignorar el sentido común:

«No me pidas mi vida porque, tiene tela,
corro el riesgo de dártela».

La primera parte de Carrete velado presenta los poemas acompañados por imágenes de fotógrafos como Galdric Peñarroja, Beatriz Mercader o Luana Fischer. En la segunda se invita a los lectores que se sientan inspirados por los textos a mandar sus propias fotografías a través de las redes sociales. «Creo que la poesía siempre ha sido un guiño con el lector», explica la autora, «al fin y al cabo es él quien termina cada verso con su propia experiencia vital. Un mismo poema llega de manera muy diferente a dos personas dependiendo del momento de su vida en el que se encuentren. Y yo, basándome en esa unión con mi lector, quiero dar un paso más y darle también la oportunidad de terminar de resolver mi Carrete Velado a través de lo que el o ella sienta al leer uno de mis poemas. Más que trabajo en equipo, es sinergia de sentimientos, unión de creatividad».

Frente a los que piensan que la verdadera poesía «es la maldita, la que no vende», ella cree que la decisión final sobre qué es o no poesía sólo corresponde al lector: «Si le llega, si le toca, si le emociona, si le hace reflexionar… Para mi es poesía. Y si esa poesía vende, no juzguemos a la propia poesía, reflexionemos sobre qué está pasando con los lectores. Qué nos están queriendo decir nuestros jóvenes que devoran poesía y se pasan las tardes en jams poéticas. No creo ni en la alta, ni la media ni la baja poesía. Creo en los sentimientos».

Y esos sentimientos inyectan tanta vida a los poemas que se resisten a morir en la página. Irene G Punto ha creado junto a las también poetas Loreto Sesma y Victoria Ash y las músicas María Blanco y Diana Zahé el colectivo Poesía es Nombre de Mujer. Con su espectáculo, que combina poemas y canciones en directo, han recorrido ya varias ciudades españolas y la acogida ha sido «increíble», asegura. «Nos ha sorprendido mucho el éxito del proyecto. Hemos llenado todas las salas donde hemos ido, muchas veces con obstáculos y dificultades. Pero de repente se hace una magia y la gente viene y guarda un increíble silencio y respeto. Quizás una de las cosas que más me han impactado fue en un recital que hicimos en Fuengirola por el Día Internacional de la Mujer. Al terminar, una chica de no más de 16 años, me gritó… ‘Irene, eres mi referente’. Ahí te paras, respiras, vuelves a coger aire y piensas ‘no soy ejemplo de nada’, pero si mi poesía le llega a esta chica, le sirve para seguir, para encontrarse o simplemente le motiva para ponerse a escribir… Entonces, gracias Poesía».

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