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Lorca y Leonard Cohen: Un viaje de ida y vuelta entre la poesía y la música

Leonard Cohen estaba pensando en Federico García Lorca aquel día de octubre de 2011 en Oviedo, cuando recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. «Ustedes conocen mi profunda asociación y hermandad con Lorca», afirmó en un momento de su discurso de aceptación. «Puedo decir que cuando era joven, un adolescente, y ansiaba tener una voz, estudié a los poetas ingleses y llegué a conocer muy bien sus obras y copié su estilo, pero no encontré una voz».

«Sólo cuando leí, aunque fuera traducidas, las obras de Lorca comprendí que allí había una voz», continuó Cohen. «No es que copiara su voz; jamás me atrevería. Pero él me dio permiso para hallar una voz, para encontrar una voz, es decir, para encontrar un yo, un yo que no estuviera fijado, un yo que luchara por su propia existencia».

 
Y añadió el cantautor y poeta canadiense: «A medida que fui madurando, comprendí que esa voz venía acompañada de instrucciones. ¿Cuáles eran esas instrucciones? Las instrucciones eran no lamentarse nunca a la ligera. Y si uno va a expresar la gran derrota inevitable que nos espera a todos, debe hacerlo dentro de los estrictos confines de la dignidad y la belleza».

Lorca, aseguró Cohen con ironía, «ha arruinado mi vida». Y lo hizo introduciéndole el veneno de la poesía y la magia del ‘duende’.

 
Porque como explica Margaux Emmanuel en un ensayo publicado por la Universidad de Cambridge, «la fortaleza emocional y la sinceridad de la obra de Cohen puede estar ligada a la estética del ‘duende’ de Lorca». Tal como lo definió el poeta andaluz en una conferencia ofrecida en 1933 en Buenos Aires, “…el duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar […] No está en la garganta, sube por dentro desde la planta de los pies. No es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo; es decir, de sangre; es decir, de viejísima cultura, de creación en acto».

Esta sensibilidad, apunta Emmanuel, «está profundamente arraigada en la obra de Cohen. Ya se trate de la soledad y vulnerabilidad de New Skin for Old Ceremony o el clásico Songs of Leonard Cohen, él investiga la misma fibra que constituye la emoción humana».

 
La influencia de Lorca es patente, por ejemplo, en la canción Take this Waltz, basada en el Pequeño vals vienés del autor granadino. Cohen trabajó más de 150 horas en la adaptación, «sólo para trasladarla a un inglés que se asemejara —jamás me atrevería a decir duplicara— a la grandeza del poema de Lorca. Fue un proyecto largo y prolongado y el único motivo para siquiera intentarlo fue mi amor por Lorca».

El tema se publicó por primera vez en 1986 como parte del disco de tributo Poets in New York. Dos años después Cohen lo incluiría, con nuevos arreglos, en su disco I’m Your Man. Otros artistas como Enrique Morente y Lagartija Nick o Silvia Pérez Cruz realizarían posteriormente sus propias versiones de la canción.

 
La presencia del poeta español se extiende también al último, y póstumo disco, de Leonard Cohen, Thanks for the Dance, publicado en 2019. Uno de sus temas, The Night of Santiago, es una adaptación de La casada infiel de Lorca. El canadiense ya había incluido una versión de este texto en su libro ‘Book of Longing’ con el título ‘The Faithless Wife’.

«Es uno de mis poemas favoritos y le suplicaba que lo leyera», aseguraba a The Guardian su hijo Adam, también músico. El propio Cohen recordó en varias ocasiones la impresión que le provocó a sus quince años leer versos como estos: “Sus muslos se me escapaban / como peces sorprendidos”. «Supe que ya había llegado a casa», afirmó.

 
Y en su discurso de Oviedo, subrayando la importancia que España había tenido para su obra, quiso dejarlo claro: «Todo lo que han juzgado favorablemente en mi obra proviene de este lugar. Todo lo que han juzgado favorablemente en mis canciones y mi poesía está inspirado por esta tierra».

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