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Poetas con el estómago lleno


ALBERTO SANCHO
Hoy en día, Google Imágenes construye el universo visual de las palabras y contribuye, en buena medida, a alimentar tópicos. Veamos qué nos muestra por ‘poesía’ o ‘poeta’: plumas, libretas, escritores a contraluz, libros cubiertos de hojas secas, rosas, fotos en blanco y negro…

¿Acaso los poetas no son personas? ¿Hay poesía que descienda de lo divino y hable de lo humano? Por suerte sí. No sólo de poesía vive el Hombre y muchos de ellos han basado algunos de sus versos en algo tan terrenal como la comida.

Encontramos referencias a los asuntos del comer ya en el Siglo de Oro, incluso antes, en una de las coplas de Juan Alfonso de Baena:

«Yo leý dentro de Vaena
y abezéme arborrones
y a comer alcaparrones
muchas veces sobre cena.»

Un plato de duelos y quebrantos y un dibujo del Quijote de una edición del siglo XIX.

Un plato de duelos y quebrantos y un dibujo del Quijote de una edición del siglo XIX.

En el Quijote ya se comía «una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados y lentejas los viernes», pero esto fue solo el principio. Muchos poetas solían referirse a la comida, aunque lo hacían para hablar de la pobreza y la hambruna; es el caso de Neruda:

«Con piedra y palo, cuchillo y cimitarra, con fuego y tambor avanzan los
pueblos a la mesa. Los grandes continentes desnutridos estallan en mil
banderas, en mil independencias. Y todo va a la mesa: el guerrero y la
guerrera. Sobre la mesa del mundo, con todo el mundo a la mesa,
volarán las palomas».

Un apetitoso pollo asado y una imagen del poeta Pablo Neruda disfrutando de los placeres de la mesa.

Un apetitoso pollo asado y una imagen del poeta Pablo Neruda disfrutando de los placeres de la mesa.

Más tarde, hablar del comer pasó al terreno del hedonismo, como demuestra de nuevo Neruda con El gran mantel:

«En la hora azul del almuerzo,
la hora infinita del asado,
el poeta deja su lira,
toma el cuchillo, el tenedor
y pone su vaso en la mesa,
y los pescadores acuden
al breve mar de la sopera».

Un joven Rafael Alberti y un plato de huevos con jamón y papas fritas.

Un joven Rafael Alberti y un plato de huevos con jamón y papas fritas.

Pues una vez el poeta ha dejado su lira, «hay mucho más, el diente agudo y fino que hincarlo ansiosamente en él espera, con huevo y papa, con champaña y vino»; Rafael Alberti se sentaba a la mesa:

«Y con los huevos, lo que más quisiera
tan buen jamón de tan carnal cochino:
las papas fritas, un manjar divino
que a los huevos les vienen de primera».

Una cesta de frutas junto a una imagen del poeta Carles Salvador.

Una cesta de frutas junto a una imagen del poeta Carles Salvador.

Para desengrasar un poco llegaba Carles Salvador con una cesta de frutas. Al melocotón, al melón y al membrillo dedicaba su Cistell de fruita en 1954:

«Al plat, els talls de meló.

Caloreta de l’estiu
duu al costat bon companyó
el tall de meló agradiu
que sucres riu a muntó.
I al plat, corfes de meló.»

Bodegón pintado en 1651 por Antonio de Pereda y retrato de Quevedo por Juan van der Hamen.

Bodegón pintado en 1651 por Antonio de Pereda y retrato de Quevedo por Juan van der Hamen.

Y si del campo va la cosa, nos encontramos a Quevedo, aunque intuimos que no se refería a lo saludable de las hortalizas:

«Don Repollo y doña Berza,
de una sangre y de una casta,
si no caballeros pardos,
verdes fidalgos de España,
casáronse, y a la boda
de personas tan honradas
que sustentan ellos solos
a lo mejor de Vizcaya».

A casi treinta frutas, verduras, hortalizas o hierbas aromáticas personifica Don Francisco en Boda y acompañamiento del campo, un divertido poema que narra un enlace entre pastores a través de personajes que simbolizan a los jueces (las naranjas), al propio matrimonio (el melón) o a un personaje enfadado (el pepino); además, hay otros personajes más obvios, como el nabo o la granada.

El Poeta Vicent Andrés Estellés y un plato de «pimentó torrat tallat en tires».

El Poeta Vicent Andrés Estellés y un plato de «pimentó torrat tallat en tires».

Estellés se pone explícito y convierte el acto de comer en un acto sexual a través de la descripción, de adjetivos exquisitos y un ritmo lento al principio y frenético en el clímax:

«M’agrada molt el pimentó torrat,
més no massa torrat, que el desgracia,
sinó amb aquella carn molla que té
en llevar-li la crosta socarrada.

L’expose dins el plat en tongades incitants,
l’enrame d’oli cru amb un pessic de sal
i suque molt de pa,
com fan els pobres,
en l’oli, que té sal i ha pres un sabor del pimentó torrat.»

Gabriela Mistral y dos respetables hogazas de pan.

Gabriela Mistral y dos respetables hogazas de pan.

Pan, mucho pan, como bien le gustaba también a Grabriela Mistral, que le dedicó al humilde alimento un poema completo:

«Otros olores no hay en la estancia
y por eso él así me ha llamado;
y no hay nadie tampoco en la casa
sino este pan abierto en un plato,
que con su cuerpo me reconoce
y con el mío yo reconozco.»

Miguel Hernández y una 'incitante' aceitera.

Miguel Hernández y una ‘incitante’ aceitera.

Y a Estellés también le hacía falta aceite, gran protagonista en la poesía del XIX. Miguel Hernández escribió Aceituneros, donde hablaba «del aceite y sus aromas» que «indican tu libertad, la libertad de tus lomas». Volvemos a Pablo Neruda, que reconocía amar las “patrias del aceite” y que decidió escribir una Oda al aceite en la que exaltar la virtud de «la cápsula perfecta de la oliva, llenando con sus constelaciones el follaje: más tarde, las vasijas, el milagro, el aceite».

El poeta Antonio Machado junto a la imagen de un olivo solitario.

El poeta Antonio Machado junto a la imagen de un olivo solitario.

Antonio Machado no llegaba a probarlo, pero dedicó un poema al árbol de las cápsulas perfectas:

«Olivo solitario,
lejos del olivar, junto a la fuente,
olivo hospitalario
que das tu sombra a un hombre pensativo
y a un agua transparente.»

Un plato de «arròs en fesols i naps» y uno de sus mayores defensores, Teodor Llorente.

Un plato de «arròs en fesols i naps» y uno de sus mayores defensores, Teodor Llorente.

Ahora nos ponemos serios. Olvidémonos de hortalizas, frutas o aceitunas; Teodor Llorente lo tuvo clarísimo:

«’Si fores el Rei d’Espanya
que dinaries tu avui?.’
Alçant lo front ple d’arraps,
i soltant la llengua prompta,
li contestà: ‘Pués, no ho saps?
Quina pregunta més tonta…!
Arròs en fesols i naps.’»

Miquel Martí i Pol y un plato de patatas fritas.

Miquel Martí i Pol y una buena ración de patatas fritas.

Si después de todo esto, querido lector, no tienes hambre, te deseamos Bon profit! al estilo de Miquel Martí i Pol. En la carta de este poemario del 1999: pan con tomate, huevos fritos, carne rebozada, croquetas o buñuelos. Nosotros tenemos claro lo que vamos a picar:

«Ni eixutes ni humides,
són bones les bones
patates fregides.
Un pot menjar-se-les soles,
però acompanyen molt bé
els plats de carn més diversos
quan ens convé.
Ni eixutes ni humides,
són bones les bones
patates fregides».

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