Robert Archer y Guillermo Carnero: Poemas a dos voces
ÁNGEL SALGUERO
Robert Archer lleva toda una vida dedicado al estudio de los clásicos de la literatura y, en especial, a la poesía de Ausiàs March. Ahora, sin embargo, es él quien da un paso adelante para debutar como poeta. Este londinense afincado en Valencia acaba de publicar su primera colección de poemas bajo el título de The Naming of Birds (El nombre de los pájaros), editada por el colectivo valenciano 21 versos. Junto a los textos originales en inglés, el libro incluye versiones en castellano a cargo del Premio Nacional de Poesía Guillermo Carnero. «Él ha creado quince poemas nuevos, independientes pero basados directamente en mis originales», asegura. «Tienes dos por el valor de uno».
La larga relación de Archer con la cultura española comenzó en 1967 en los campos de Burriana. «Entonces el mundo era muy diferente», recuerda. «Yo tenía unos 18 años y pasé allí cuatro meses en la recogida de naranja. Ese fue mi primer contacto con España y también la primera vez que escuché el valenciano, supongo. Tiempo después, cuando ya tenía unos 23 años, fui a la Universidad y me puse a estudiar Hispánicas, entre otras cosas».
Un libro sobre Literatura española del historiador Gerald Brenan que cayó en sus manos le puso sobre la pista de Ausiàs March. «Tenía cuatro o cinco páginas sobre él que me llamaron mucho la atención. Había unos poemas muy mal traducidos —no fue hasta más tarde que supe lo mal traducidos que estaban— y me pareció tan interesante, tan diferente… Luego, al estudiar su obra completa, comprobé que era un gran poeta y no tan limitado como otros autores del siglo XV. Él supo hacer más y tenía mucho nivel en sus textos originales».
Tras vivir primero en Barcelona, Archer se trasladó definitivamente a Valencia hace unos cuatro años. Y en el origen de su libro de poemas, como en cierta película, está también el principio de una amistad. Así lo explica Guillermo Carnero: «Yo conocía a Robert de nombre, desde hace tiempo, como estudioso de Ausiàs March. En ese sentido es una figura internacional en el ámbito de la erudición y de la Universidad. Cuando me vine a Valencia, después de jubilarme en Alicante, y reanudé mi vida literaria, entre aquellos a quien quise conocer estaba él. Tras pasar por distintos intentos de encontrarnos con otras personas que no llegaron a buen término, quedé con él y le invité a cenar a mi casa».
Casi al final de aquella velada surgió el tema de los poemas que estaba escribiendo Archer en inglés. «Se lo mencionó mi mujer, porque yo no iba a decir nada», señala con modestia el propio Archer. Fue suficiente para despertar el interés de Carnero: «Me pareció que alguien que era lo bastante inteligente y experto en poesía como para no sólo entender sino para traducir a Ausiàs March, tenía que ser un poeta en sí mismo», asegura. «Tuve curiosidad por leer sus poemas, él me dijo que me los pasaría y yo le aseguré que estaría encantado. Cuando me los mandó me parecieron interesantes y me apeteció traducirlos».
Fue Carnero quien sugirió también a Archer contactar con los responsables de 21 versos para darles salida. Tras barajar varias ideas, entre ellas la de crear una plaquette con unos pocos poemas, «decidimos hacer muchas más páginas. Eso coincidía con la idea que tenían en 21 versos de crear una nueva serie de cuadernos. Tenemos el honor de inaugurarla y creo que ha quedado muy bien», dice Archer.
Al final, afirma el autor, el libro presenta treinta poemas: «Quince en inglés y otros quince que van trazando la geografía del original en inglés, creando nuevos poemas. Guillermo, que es un poeta de muchísimo nivel, tiene su propia voz, sus propios ritmos, un dominio de la versificación y sobre todo un oído magnífico. Todos los poemas en castellano son para mí —y he consultado a muchas personas— completamente convincentes. ¿Distan del original? Claro, porque son dos lenguas completamente diferentes. Pero el resultado es muy satisfactorio y creo que es algo que se da pocas veces, que te puedan hacer una traducción que es algo más, que es otro poema».
Carnero destaca que las traducciones al castellano son «obra de los dos». Durante el proceso, explica, «yo le hacía una primera versión en la que marcaba en color algunas cosas sobre las que tenía dudas para que él pudiera escoger. Y si algo no lo había entendido solían ser referencias suyas personales, biográficas, que yo no tenía por qué saber. Parte de ellas han ido a las notas al final del libro». A su juicio, la poesía de Archer tiene tres cualidades fundamentales: «Inteligencia, porque la poesía se hace con pensamiento y con emoción. Otra es la cultura, porque si no es imposible manejar el lenguaje y las referencias que necesita la poesía para que no sea ‘volverán las oscuras golondrinas…’. Y la tercera cosa que tiene es buen oído, que es necesario porque si no la poesía no se distingue de la prosa».
El debut de Archer como poeta no le ha impedido seguir dedicado a su principal pasión. Estos días corrige las pruebas de una edición completa de Ausiàs March que publicará Editorial Cátedra en los próximos meses. «Son 1.118 páginas [él mismo no puede reprimir una sonrisa de asombro ante la enormidad del proyecto] y ahí están traducidos al castellano todos los poemas de Ausiàs March. Hemos hecho un gran esfuerzo por explicar el sentido de los 10.000 versos y nos ha llevado mucho tiempo, pero lo que no se puede transmitir en ninguna otra lengua es cómo suena, la música de esa poesía que ya desde el siglo XV estableció los ritmos de la lírica en la lengua catalana y valenciana. Y es algo que no se puede decir del castellano, porque habría que esperar hasta Garcilaso, un siglo después». Esa música de la que habla Archer puede escucharse en la app que Poética 2.0 ha dedicado a la poesía valenciana, en la que el actor Jordi Ballester interpreta el famoso ‘Veles e Vents’ de Ausiàs March.
Y sus ecos llegan, a través de los siglos, a las páginas de este nuevo libro de Robert Archer quien ahora, también, se puede llamar a sí mismo poeta.