En busca del instante mágico
Un día de rodaje, uno entre tantos para el equipo de Poética 2.0, el actor Jordi Ballester se sienta ante la cámara. Detrás de él, un viejo muro conquistado por los tentáculos de una enredadera. Viste una camisa de color verde con un aspecto vagamente militar. Baja la cabeza y se desordena el pelo, desbaratando los mechones con sus manos. Después cruza los brazos, tiritando, mira al objetivo y espera la señal. Cinco, cuatro, tres, dos, uno… Entonces, comienza a recitar los versos que escribiera Jordi de Sant Jordi casi seis siglos antes:
Desert d’amics, de béns e de senyor,
en estrany lloc i en estranya contrada,
lluny de tot bé, fart d´enuig e tristor,
ma voluntat e pensa caitivada,
me trob del tot en mal poder sotmès…
Y sucede la magia, esa chispa fugaz que nos eriza el cabello a los que estamos detrás de la cámara. Porque Jordi, el actor, ya no es Jordi. La persona que habla es el prisionero, olvidado en una celda remota de Nápoles, que reclama ayuda a su rey e implora su clemencia. Al escucharlo, las palabras, el negro sobre blanco de la página, suenan a verdad.
Y es que los buenos poemas son emoción, intensidad. Versos escuchados o leídos una y otra vez pueden tomar, de repente, un sentido nuevo en labios de un actor o una actriz. Es el milagro que busca Poética 2.0: dar vida a la poesía, enamorar de ella a una nueva generación. Y el trabajo con los intérpretes es fundamental.