Virginia Navalón, una poeta en busca del sentido de la vida
ÁNGEL SALGUERO
El año no ha podido comenzar mejor para Virginia Navalón (Valencia, 1988). En este mes de enero, la poeta (y arquitecta) verá publicado en la editorial Pre-Textos su último libro de poemas, ‘Bestiario’, que en 2018 consiguió el Premio Internacional Emilio Prados de Poesía. «Aún no me lo creo», asegura.
A lo largo de este poemario, explica, «hago referencia a los bestiarios, entendidos desde casi el primero, el ‘Physiologus’, obra de un autor griego. En él se recogían no sólo animales, sino también plantas o piedras que aparecen también en el libro. Es un catálogo que a veces tenía un trasunto moral y recojo esa tradición para desarrollar mi poética».
El libro se divide en distintos apartados, cada uno definido por una palabra: «‘Mundo’ habla de la sociedad sin ser una crítica, sino más bien desde un plano existencial, sobre cómo la sociedad coarta nuestra libertad. ‘Tiempo’ es otra forma de coacción de esa libertad, que es casi natural, con el cuerpo y el tiempo como límites. ‘Sola’ y ‘Daño’ son más íntimos, pero también tratan de esa cuestión del ser, de por qué existimos y qué sentido tiene la vida. Y el último, ‘Tránsito’, ofrece una especie de respuesta, o mi respuesta personal, a todos esos porqués, que es el amor. El amor en abstracto».
Muchos de los poemas reflejan imágenes de la naturaleza, desde los vuelos en círculo de las golondrinas hasta las copas de los árboles que estallan en ramas que brotan como fuegos artificiales. «Encuentro en la naturaleza una paz y una tranquilidad que no hallo en la ciudad», afirma Navalón. «Tal vez porque soy arquitecta y pienso que en la ciudad todo está planificado y nos coarta la libertad muchas veces vivir en un contexto diseñado por otros. Al final uno es una pieza de ajedrez. Si quieres moverte de otra forma, no hay juego. Si te mueves en una dirección correcta, te pueden comer. La naturaleza representa una especie de búsqueda de la libertad».
Y no hay conflicto, explica, entre la poeta y la arquitecta, entre la intuición y el pensamiento científico. «Yo soy una persona sola y siempre actúo igual. Creo que el minimalismo que expreso en los poemas también surge en la arquitectura. No es exactamente minimalismo, de todas formas, sino más bien una búsqueda de la esencia, de la pureza. El poema más breve, cargado de contenido, con contención, pero dentro de unos parámetros breves o limpios».
La publicación de ‘Bestiario’, que se presentará en público próximamente, es sólo una etapa más. «Siempre tengo algo entre manos», asegura Virginia Navalón, con la vista puesta ya en nuevos deslumbramientos.