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Siete poemas para el final del verano

«El préstamo del estío vence a corto plazo», escribió William Shakespeare en uno de sus famosos sonetos. Y es cierto: es como si apenas hubiera llegado la estación de la luz y los días largos y apenas le quedan unas semanas para ceder su puesto al otoño. En este momento de transición, esta colección de poemas pretende reflejar las diferentes caras del verano y el rastro agridulce que deja su final.

Rainer Maria Rilke.

Rainer Maria Rilke
Día de otoño

Señor: es hora. El verano fue muy largo.
Extiende ya tu sombra sobre los relojes de sol
y libera a los vientos en los campos.
Ordena madurar a los últimos frutos;
dales aún dos días más meridionales,
condúcelos a la plenitud y atrapa
la última dulzura en el vino recio.
Quien no tenga casa ya no la construirá.
Quien esté solo lo estará largo tiempo,
velará, leerá, escribirá largas cartas,
y deambulará por las avenidas,
inquieto, mientras ruedan las hojas.

(A partir de una traducción de José Luis Gómez Toré)

Anna Kamienska

Anna Kamienska.

Anna Kamienska
Finales de verano

Voy a encerrarme
en una celda de afilado heno
para pensarlo todo desde el principio.
Una hoja una raíz una hormiga una liebre
el mar una nube una roca
Pensaré en ellos
como un pecador piensa
en sus pecados
Me cuestionaré
hasta qué punto lamento
no ser de una tierra de verde
Me preguntaré cuántas veces
no consulté a las raíces por dónde ir
Me arrepentiré ante el agua una nube
un abedul
Lavaré sus pies
y vendaré sus heridas
Por qué no puedo reconciliarme
con la verde vida y su rumor
y dormir entre sueños mortales
Hoja
enséñame a caer
sobre la tierra indiferente.

(A partir de una traducción de Grazin Drabik y David Curzon)

Mary-Oliver

Mary Oliver.

Mary Oliver
El día de verano

¿Quién creó el mundo?
¿Quién creó al cisne y al oso negro?
¿Quién creó al saltamontes?
A este saltamontes, quiero decir:
el que ha aparecido de un salto desde la hierba,
el que come azúcar de mi mano,
el que mueve sus mandíbulas de atrás a adelante en vez de arriba abajo,
el que mira alrededor con sus enormes y complicados ojos.
Ahora levanta sus pálidos antebrazos y lava a fondo su cara.
Ahora despliega las alas y se marcha flotando.
No sé con exactitud qué es una oración.
Pero sé cómo prestar atención, cómo caer
en la hierba, cómo arrodillarme sobre la hierba,
cómo ser ociosa y feliz, cómo pasear por los campos,
que es lo que he hecho todo el día.
Dime: ¿Qué más debería haber hecho?
¿No muere todo al final, y muy pronto también?
Dime: ¿Qué piensas hacer
con tu única salvaje y preciosa vida?

(Traducción de Ángel Salguero)

Linda Pastan.

Linda Pastan.

Linda Pastan
Septiembre

Su romance de verano
ya agotado, los amantes
se aferran aún
el uno al otro
como las hojas
verdes se aferran
a sus árboles
en el extraño calor
de septiembre, como si
esta vez
no fuese a venir
el otoño.

(Traducción de Ángel Salguero)

Joe-Bolton

Joe Bolton.

Joe Bolton
Elegía al final del verano

Ahora salen de los armarios las telas más oscuras,
se guardan los vestidos de verano
cuyas flores palidecen antes incluso que las propias del verano.
Ahora arranca una música menor:
la primera helada y una nueva claridad en el cielo.
Te dejé durmiendo en la casa de verano
para caminar por la adorada orilla del lago
donde el vuelo hacia el sur de los gansos se escucha más que se ve,
igual que este verano puede parecer
una estación no tan recordada como inventada.
Ya ha habido demasiadas palabras,
demasiadas variaciones de cómo
la luz cayó sobre el agua cierto atardecer
y se prendieron los ‘aturdidos’ árboles
en la otra orilla: incandescencia, incendio, llamarada.
Ahora salen de los armarios las telas más oscuras
y aquellos que amamos el mundo debemos aprender
el lenguaje de la ausencia: días reducidos, habitaciones vacías,
la distancia irrevocable
entre despedirse y dejar marchar.

(Traducción de Ángel Salguero)

Alex-Dimitrov

Alex Dimitrov.

Alex Dimitrov
Final del verano

A última hora de la tarde se adentra en el Pacífico.
Un avión deletrea una oferta que se disuelve en el cielo.
En el paseo un hombre toma dictado
de Jesús y se lo lee a quien quiera escuchar
por un precio negociable. Visite la otra vida
reza un cartel. La muerte es una ilusión, otro.
Le gusta nadar y encontrar un punto
desde el que las voces de la playa
ya no resulten audibles. Seguro, piensa,
que la otra vida estará abarrotada, igual que el paseo;
dónde encontraría alguien paz allí.
Un surfista aprovecha las últimas olas buenas del día
y alguien pasa con un radiocasete a todo volumen.
You only gotta do one thing well
to make it in this world, babe.
Y las gaviotas se dispersan para luego reunirse
en torno al mismo lugar; descaradas y extrañas.
La mayor parte de la semana transcurre así:
sin mensajes de casa, sin lógica alguna.
Las horas difíciles están al caer. No
se anunciarán con carteles o con música.
Y él decide no prepararse.
Ni para la compañía ni para cualquier otra cosa.

(Traducción de Ángel Salguero)

Hermann-Hesse

Hermann Hesse.

Hermann Hesse
Septiembre

El jardín está triste,
la fría lluvia pesa sobre las flores.
El verano tiembla
dulcemente hacia su fin.
Doradas, gota a gota, caen las hojas
de lo alto de la acacia.
El verano sonríe, sorprendido y cansado,
entre el sueño de los jardines que se mueren.
Largamente, entre las rosas
se detiene todavía, desea el reposo.
Lentamente cierra
sus ya cansados ojos.

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