Poemas para un verano singular
- Además: Versos para recibir el verano
Un año más queremos recibir el verano con poesía, con versos que hablan de esperanza en un tiempo de “frutales cargados” y “tardes azules” y también del asombro ante los “milagros” cotidianos que nos rodean todos los días. Todo ello hace acto de presencia en los poemas que encontraréis a continuación.
Este poema, por ejemplo, de Arthur Rimbaud expresa con una actitud casi contemplativa cómo la belleza de un día de verano puede saciar el alma:
En las tardes azules de verano iré por los senderos,
picoteado por el trigo, a pisar la hierba menuda:
Soñador, sentiré su frescura en mis pies.
Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda.Ya no hablaré ni pensaré nada,
pero el amor infinito ascenderá en mi alma,
e iré lejos, muy lejos, igual que un bohemio,
por la Naturaleza, feliz como junto a una mujer.(Traducción de Juan Abeleira. Ed. Hiperión)
Ver originalManuel Machado también ‘dibuja’ con sus versos la paleta de colores sensoriales de una jornada estival. Es imposible no visualizar la escena que relata utilizando un lenguaje sencillo pero muy evocador:
Frutales
cargados.
Dorados
trigales…Cristales
ahumados.
Quemados
jarales…Umbría
sequía,
solano…Paleta
completa:
verano.Walt Whitman, por su parte, invita en este poema a no perder la capacidad de maravillarse ante aquello lo que nos rodea. Todo que alcanzamos a ver, sentir, escuchar… todo son “milagros”, por pequeños que parezcan:
Vaya, ¿quién da importancia a un milagro?
Yo, por ejemplo, no conozco otra cosa que milagros,
ya sea que camine por las calles de Manhattan,
o eleve la vista por encima de los tejados hacia el cielo,
o me adentre con los pies desnudos por la playa hasta el borde
del agua,
o me detenga bajo los árboles del bosque,
o hable por el día con alguien que ame, o duerma en la cama
de noche con alguien que ame,
o me siente a la mesa a cenar con el resto,
o me fije en los desconocidos que viajan frente a mí en el tranvía,
o contemple a las abejas ocupadas en torno a la colmena de una
mañana de verano,
o a los animales que pastan en los campos,
o a los pájaros, o la maravilla de los insectos en el aire,
o la maravilla del ocaso, o de las estrellas que lucen
tan brillantes y silenciosas,
o la fina curva, exquisita y delicada, de la luna nueva en
primavera.
Estos y el resto, todos, son milagros para mí,
relacionados entre sí y sin embargo distintos y cada uno en su lugar.Para mí, cada hora de luz y oscuridad es un milagro,
cada centímetro cúbico de espacio es un milagro,
cada kilómetro cuadrado de la superficie de la tierra se ha esparcido
de lo mismo,
cada metro del interior rebosa de lo mismo.Para mí el mar es un milagro continuo:
Los peces que nadan, las rocas, el movimiento de las olas, los
barcos que transportan hombres…
¿Existen milagros más extraños?(Traducción de Poética 2.0)
Ver originalLa lluvia de verano, descrita aquí por Claudio Rodríguez, llega como una fuerza de la naturaleza, excesiva y brutal, a unirse con la tierra:
Baja así, agua del cielo,
baja a vivir tu vida de la tierra
y a unirte al hombre, a su salud, al suelo
y al trabajo del campo. ¡Haber sentido
la pureza del mundo para ahora
contribuir a esta sazón, al ruido
de estos pies! ¿Por qué siempre llega la hora
del riego? Aunque sea en el verano
y aquí, llega tan fuerte
que no calma, no nubla al sol, da al llano
otra sequía más alta aún. Qué muerte
por demasía, pasajera
nube que iba a salvar lo que ahora arrasa.
Cala, cálanos más. ¡Lo que era
polvo suba en el agua que se amasa
con la tierra, que es tierra ya y castigo
puro de lo alto! Y qué importa que impida
la trilla o queme el trigo
si nos hizo creer que era la vida.Y después de la furiosa tormenta de verano, el silencio. Así lo dibuja en sus versos (a los que ninguna traducción puede hacer justicia) el gran poeta norteamericano E. E. Cummings:
Aletean sonoros truenos de aquí a allá
por encima de colinas inmemoriales;
el aire, sediento y enmudecido, se duele
vencido y su cuerpo inerte se derrama
sobre la tierra. Un silencio inquieto llena
la bóveda vacía de la Noche de brillantes acordes
de hosca plata, donde el lago destila
su avaro botín. ¡Escuchad! Ni un susurro rompe
el silencio tan puro de las estrellas indescifradas.(Traducción de Poética 2.0)
Ver originalAlgunas mañanas de verano, al alzar la vista el cielo, es posible descubrir la silueta de la luna prendida en el azul. Su viaje, libre de ataduras, hace soñar aquí a William Carlos Williams:
Luna vagabunda
que dedicas una
sonrisa levemente irónica
a esta
brillante mañana de verano,
húmeda de rocío.
Una sonrisa distante,
indiferente y somnolienta,
la sonrisa
de un vagabundo.
Si me comprara una camisa
de tu color y
me pusiera una corbata
azul cielo,
¿hasta dónde me llevarían?(Traducción de Poética 2.0)
Ver originalDerek Walcott, Premio Nobel de Poesía en 1992, retrata en este poema la “languidez” del verano y su paleta sensorial de colores, el placer, el deseo y también la soledad:
Verano para prosa y limones, para desnudez y languidez,
para la eterna indolencia del regreso imaginado,
para flautas singulares y pies descalzos, y el dormitorio de agosto
con sábanas enredadas y la sal del domingo, ¡ah, violín!Cuando aprieto juntos los atardeceres de verano sale
un mes de acordeones callejeros y surtidores
que alivian el polvo, pequeñas sombras que huyen de mí.Es música que empieza y acaba, Italia mía, en Bleecker,
ciao, Antonio, y los gritos de niños que juegan en el agua
rompiendo el cielo rosado en tiras de papel;
es atardecer en la nariz y el aroma del agua
por calles sucias que no conducen al agua,
y reunir islas y limones en la mente.Está el Hudson, como el mar en llamas.
Te desnudaría en el calor del verano,
y reiría y secaría tu carne húmeda si vinieses.(Traducción de Poética 2.0)
Ver originalEn un tono similar al poema de Arthur Rimbaud, la poeta norteamericana Sylvia Plath escribe sobre un paseo de domingo durante el verano, “encendida” de amor y con los ojos abiertos a la belleza del entorno:
Paseando por el pantano y la campiña
Con mi verdadero amor agreste,
Vi cómo un lento rebaño de vacas movía
Sus cascos blancos en su travesía diaria;
La dulce hierba brotaba para que ellas la pastasen.
El aire centelleaba para la mirada:
Más allá, en lo alto de lo azul,
Las nubes guiaban un hato reluciente;
Volando a nuestro lado, las alondras
Acudieron en alabanza de mi amor.
El fulgor martilleante del mediodía
Se apoderó de mi corazón como si
Fuese una hoja de punta verde,
Encendida por el placer de mi amor
En una ardiente llamarada.
Y así, juntos, charlando, atravesando
El aire meloso de aquel domingo,
Paseamos (y aún paseamos por allí,
Lejos de la magulladura del sol).
Hasta que se alzaron las nieblas nocturnas.(Traducción de Xoan Abeleira. Ed. Bartleby)
Ver originalEsa belleza de la que habla Sylvia Plath también puede llegar a confundir los sentimientos. Es lo que se desprende de este poema de Idea Vilariño:
No te amaba
no te amo
bien sé que no
que no
que es la hora
es la luz
la tarde de verano.
Lo sé
pero te amo
ahora te amo
hoy
esta tarde te amo
como te amé otras tardes
desesperadamente
con ciego amor
con ira
con tristísima ciencia
más allá de deseos
o ilusiones
o esperas
y esperando no obstante
esperándote
viendo
que venías
por fin
que llegabas
de paso.De forma similar, Philip Larkin, con quien terminamos, se declara aquí superado por la “felicidad perfecta” del verano y desea la llegada de un otoño “menos audaz y más apropiado”:
Mi madre, que odia las tormentas,
sostiene en la mano cada día de verano
y lo sacude desconfiada, no sea que allí
se escondan enjambres de nubes oscuras.
Pero cuando cambia el tiempo en agosto
y llega la lluvia, y la escarcha quebradiza
afila el aire abandonado por las aves,
ella pierde su gesto de veraniega preocupación.Y yo, su hijo, aunque nacido en verano,
y enamorado del verano, aun así
me siento más a gusto cuando caen las hojas.
Muchas veces los días de verano parecen
símbolos de una felicidad perfecta
que no puedo soportar: Debo esperar
un tiempo menos audaz, menos rico, menos claro:
Un otoño más apropiado.(Traducción de Poética 2.0)
Ver originalEsperamos que os haya gustado nuestra selección. Si tenéis alguna sugerencia sobre otros poemas relacionados con el verano podéis mandarnos un mensaje en Facebook, Twitter o Instagram.